dimecres, 1 de febrer del 2012

Más allá de la Revolución Industrial

La Revolución Industrial no avanzó en una única dirección. Como todo gran acontecimiento, desplegó un gran número de consecuencias tanto a nivel social como económico.  En primer lugar, con el nacimiento de la clase obrera surgió una nueva conflictividad social que enfrentaba patrones y trabajadores. Cabe decir que dicho problema sigue sin resolverse en la actualidad, aunque su intensidad ha quedado difuminada en los sistemas democráticos. Las nuevas condiciones sociales surgidas en las ciudades, especialmente en sus núcleos industriales, las cuales eran precarias e infrahumanas, llevaron al colectivo de obreros a organizarse con el objetivo de canalizar sus demandas laborales y hacerlas llegar al poder. 

Inglaterra fue el primer país en industrializarse, razón por la cual fue el primero en sufrir sus consecuencias. A nivel económico, pese a constituirse pionero mediante la Revolución Industrial, las grandes inversiones le impidieron renovarse, quedando así relegado por la difusión de la industrialización, fenómeno denominado path dependence (Nelson & Winter, 1982).

Como hemos mencionado con anterioridad, las consecuencias sociales protagonizadas por el conflicto de clases llevaron al nacimiento de movimientos obreros previos al marxismo, pero de gran importancia alrededor de las urbes industrializadas. En Inglaterra destacan, principalmente, el cartismo, el ludismo y las posteriores Trade Unions (surgidas paralelamente al marxismo) que unidos llegarán en su momento a crear el Partido Laborista.

Con la introducción de las máquinas, de la mano de Ned Ludd, surgió el ludismo, un movimiento centrado en la destrucción de maquinaria, al pensar que eran estas las culpables de la falta de empleo. Por otro lado, el movimiento cartista, denominado así por la entrega de cartas a los patrones, lo protagonizó el proletariado industrial del norte y centro de Inglaterra, junto al de Gales del Sur. Las demandas del citado movimiento eran utópicas para ese momento, la más relevante fue el sufragio universal. Al tener un bajo número de afiliados, principalmente de obreros pobres, junto con el idealismo profesado y con la respuesta de la clase burguesa (lock out) el movimiento se disolvió entre 1840-60. Finalmente, las Trade Unions surgen gracias a la legalización de las organizaciones y asociaciones en 1871, y se centran en demandar mejoras en los contratos y las condiciones laborales.

A finales del siglo XIX, se empiezan a romper las barreras que impedían que los movimientos obreros tuvieran voz. En esta línea, en 1892 se celebra el Congreso de las Trade Unions con el objetivo de que las demandas obreras llegaran a la arena política. A fin de lograrlo, se constituye una coalición de los distintos movimientos que dan nombre al labourism. De esta forma, y a raíz de dicho Congreso, se crea al año siguiente el Partido Laborista Independiente encabezado por Ramsay Mac Donald. Estos orígenes son peculiares por su poca resistencia y represión en el marco institucional. Esta característica influirá enormemente en su posterior evolución ya que sus miembros verán muy viable la representación política como medio de canalización de propuestas. La evolución de dicho partido será analizada con posterioridad porque requiere de una especial atención.

A modo de conclusión, debemos señalar que el partido laborista británico, que había mantenido el socialismo en sus estatutos hasta los 90, se adaptó a la nueva realidad a raíz de la tercera vía ideada por Anthony Giddens y ejecutada por Tony Blair, la cual supuso una enorme transformación. Deberíamos preguntarnos si con el avance se ha podido perder su verdadera esencia.

PEREIRA CASTAÑARES, J.C. El Partido Laborista Británico, Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, vol.1 (1980), pp. 171-185.

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