Observar
de cerca, a corta distancia, las transformaciones de cualquier época, supone
dar rienda a suelta a un estallido de mentes diferentes. Los cambios
económicos, sociales y culturales surgidos a partir de ese inventó denominado
“máquina de vapor” que iniciaron tras de sí (o en sí) una Revolución (de esas
que deben ir con mayúsculas) abrieron la puerta a lo que Engels denominó en su
día: el socialismo utópico, aunque éste, no tuviera tanto de utopía. Antes de
empezar a analizar tan gran corriente de pensamiento, debemos tener en cuenta,
como afirma el profesor Manuel Santos, que la historia de los socialistas
utópicos la han escrito fundamentalmente los historiadores del socialismo. Y en
ellos, deberemos basarnos, especialmente en Friedrich Engels, quién en su obra
“Del socialismo utópico al socialismo científico” se dedicó a analizarlos con
lupa.
Pese
a que existen referencias al socialismo anteriores, las condiciones de la
Revolución Industrial y la gran injusticia derivada, ilustradas en novelas como
las de Dickens, estimularon una nueva forma de socialismo. Inglaterra, que se
había adelantado y que había tenido la oportunidad de desarrollar de forma más
duradera el modelo industrial (inicios del capitalismo), fue también el centro
de esta nueva corriente, aunque ésta no tardará en extenderse junto a las
condiciones derivadas de las máquinas.
¿Qué
es el socialismo utópico y qué busca? Muchos afirman que el socialismo utópico
puede definirse como un grupo o conjunto de doctrinas, todas ellas diferentes
entre sí, que tienen un punto en común: reclaman la necesidad de una reforma
social. Según Engels, “el socialismo será para todos ellos, la expresión de la verdad absoluta de la razón y la
justicia”. La voluntad principal del socialismo utópico era la construcción de
comunidades ideales, organizadas sobre la base de principios democráticos y
cuyas relaciones se fundaran en la equidad.
Robert
Owen, el gran representante de la citada corriente en Inglaterra, concretamente
en Escocia, dicen que repetía: “Mejorando el entorno, se mejora el hombre”. Des
de la segunda mitad del siglo dieciocho, la gente pudo observar como el trabajo
manual empezó a ser sustituido por las máquinas y las consecuencias de todo
ello. Uno de los sectores más afectados por la Revolución Industrial fue un
sector muy cercano a Owen: el textil. La división dentro de las industrias fue
clara: existían por un lado, los obreros, y por el otro, los patrones o dueños
de las fábricas. Curiosamente, Owen no contempló las transformaciones des de la
perspectiva de un obrero, sino que se situaba al otro lado. No obstante, ser el
patrón sólo le dio más poder para realizar lo que él denominará experimentos
sociales, tal y como apuntó en su autobiografía escrita en 1857. Owen
implementó en su fábrica medidas que beneficiaban a sus obreros, tales como:
supresión de labores penosas, reducción jornada laboral, mantener el salario en
épocas de reducción de ventas, mejorar las condiciones de los niños, mejora
sistema de salubridad, disminución del alcohol, implantar la educación, la
construcción de áreas verdes, la luz en los interiores, etc., convirtiéndose
así en un gran transformador social. Su primer experimentó fue New Lanark en
Escocia (1800). Pese a que se obtuvieron sustanciosos beneficios y se demostró
que la mejora de condiciones hacia aumentar la productividad (éxito
empresarial, más allá de filantrópico), fuera de esa fábrica el mundo
continuaba avanzando y girando en dirección opuesta a las reformas de uno de
los “fundadores del socialismo”. No obstante, cabe afirmar que la pólvora por
él esparcida no quedaría intacta. Volvió a intentarlo en Indiana con New
Harmony, pero en este caso el fracaso llegó por si solo. Sus intentos no habían
prosperado, aún así continuo su lucha y trató de que aquellas ideas novedosas
se plasmaran en legislación social.
Además
de los experimentos sociales, Owen propuso las “granjas cooperativas” (villages
of cooperation) que estaba enfocadas en la industria, pero que finalmente,
acababan volcándose en la agricultura. Al principio, lo ideó como un plan para
resolver la desocupación, pero pronto se convirtió en un método de regeneración
social. Las granjas colectivas tendrían la función de generar un nuevo espacio
moral y educativo, que para Owen eran los dos factores más importantes por los
cuales se corrompían las personas en la sociedad.
La
vida de Owen fue a la par que las transformaciones de Inglaterra pre-entre y
post la Revolución Industrial, eso, le generó una ventaja frente a sus
coetáneos y amigos pensadores que lo siguieron. A modo de ejemplo, tenemos en
Francia, autores como: Henri Saint-Simón, Charles Fourier y Étienne Cabet.
Pese
a que el socialismo utópico quedo marginado, difundi
éndose en
la sombra a partir de la Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1876),
la corriente habría dejado una huella en elementos tan claves como la emancipación
de la mujer y el feminismo, las eco aldeas, la socialdemocracia o el
cooperativismo.
La corriente
marxista, la cual es posterior al socialismo utópico, que los etiquetó como
"utópicos" en el Manifiesto Comunista, no se dio cuenta que las realizaciones concretas de Robert Owen,
como apunta el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Santos,
no son nada utópicas, sino incluso
rentables, y señalan la vía por donde deben caminar los estudios sobre las
relaciones laborales: no por el voluntarismo, revolucionario o reformador, sino
por la aplicación práctica de métodos de gestión que a la vez aumenten la
productividad de la empresa y el bienestar de sus trabajadores.
Como
escribió́ Frank Podmore, situando a Owen en su contexto histórico: “Vio cosas
que estaban ocultas para sus contemporáneos, y que quizás nosotros no hemos
descubierto aún del todo. Cuando las generaciones futuras dicten un juicio
imparcial sobre el hombre y las fuerzas del progreso en el siglo XIX, habrá́
que reservar un lugar para Robert Owen entre aquellos cuyos sueños han
contribuido a reformar el mundo” (Podmore, 1906).
Mar Bernàldez Freixedas.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada